viernes, 9 de febrero de 2018

Edén, el juego de rol del Canal Historia



Vale, sí, lo confieso... Soy un gran fan del programa “Ancient Aliens” del Canal Historia. Para el que no lo conozca, es un programa que defiende las teorías del escritor suizo Erich von Däniken, que sostiene en sus obras que los antiguos mitos sobre dioses antiguos eran en realidad visitas extraterrestres. Los que me conozcan ya supondrán cómo me parto de risa viéndoles teorizar y dar explicaciones uniendo el equivalente del chorizo con la velocidad.


Pero bueno, perversiones personales aparte, un día, hace ya un tiempo, comenté que puede que molara un juego de rol en el que los humanos se encontraran en un fuego cruzado en una guerra de dioses, (que en realidad serían extraterrestres) sin entender nada, y tomando por milagros y grandes poderes lo que sólo era pura y simple tecnología. Una mezcla de Däniken, el Mahabhárata, las novelas “Ilion” de Dan Simmons y “Señor de la Luz” de Roger Zelazny con un buen toque de una película de hace unos diez años: 10.000 AC. Y añadiendo las teorías conspiranoicas OVNIS más conocidas: Que si los Grises, que si los Reptilianos, que si los Annunakis... Me tuvo que venir a chistar Fede, de Córdoba, y decirme al oído “tío, no nos jodas, que ya se está haciendo”.

Así me enteré del trabajo que estaban llevando a cabo Gabriel Soriano (Gabi para los amigos, maese Canya para los nostálgicos) y Raúlo Cáceres (con el que tuve el placer de trabajar para las editoriales Crom y Devir, hace ya demasiados años), y desde entonces he callado cual buscona tuerce esquinas, muy ansioso de ver el resultado de su trabajo.

Y la verdad, no me desagrada en absoluto.

“Edén” está ambientado en un mundo rico en una serie de minerales muy cotizados por diferentes razas extraterrestres, que lo fueron visitando para apoderarse de estos y otros recursos. Algunas razas también lo usaron como refugio, o acudieron persiguiendo a sus enemigos. En algún momento crearon diferentes seres,  ya fuera como experimentos genéticos o como esclavos a su servicio. Entre ellos puede que hasta a los humanos. Fueran creación suya o no, les enseñaron muchos conocimientos: Arquitectura, Astronomía, Forja,.. y les permitieron usar herramientas muy avanzadas. Fue la llamada Era “del Esplendor del Hombre”.

Pero esos tiempos hace mucho que han pasado ya. Los dioses se enfrentaron en una larga guerra entre ellos. Una guerra que casi los aniquiló a todos. Y abandonaron a su suerte a las sub-razas que habían creado para servirles. Entre ellas, claro, los hombres.

El juego trascurre en los llamados “Tiempos Oscuros”. Varias culturas humanas, con un nivel cultural que varía entre el inicio del Neolítico hasta la Edad del bronce, han florecido en Edén. Adoran a los dioses. A veces, a su recuerdo. Otras, a miembros de esas razas que debilitados, han quedado convertidos en una sombra de lo que fueron. Con la amenaza perpetua de las monstruosidades que los “dioses” crearon en sus laboratorios, como experimento o para usar a su servicio, y que ahora se han liberado y vagan libres por la tierra. (Algunos, con inteligencia suficiente para organizarse y hacer planes a largo plazo). Un juego que gana mucho (a mi entender) si el narrador lo describe según la perspectiva de los personajes. Un ser con un traje espacial está enfundado en una armadura con casco. Alguien con una pistola láser tiene el poder de lanzar rayos. Una nave espacial... es un edificio que, de pronto, se pone a volar.

En resumen, un mundo peligroso, donde los PJ no van de héroes, pues muchos de los bichos son demasiado peligrosos para enfrentarse a ellos en el más puro estilo de mata monstruo y roba tesoro. Más bien para matar a UNO solo de esos bichos se va a tener que coordinar todo el grupo... Y aún así, al igual les hace falta suerte... O “Esencia”, como se llama en Edén. Una habilidad que permite modificar ciertas tiradas. Y es que en Edén no haces tiradas de Suerte... te la gestionas.

¿El sistema? Con 3 dados de 8 caras. Hay tres características:  Cuerpo, Alma y Mente. De cada una de ellas dependen una serie de habilidades. El jugador elige en qué característica su PJ tendrá un nivel Alto, en cual un nivel Medio, y en cual un nivel Bajo. Cada vez que tire los 3 dados de 8 caras el dado correspondiente a su característica (el de mayor valor, el de menor valor y el de valor medio) indicará el resultado. ¡No me digan que les parece complicado! (Y le damos algo de vidilla a esos D8 que tenemos arrinconados en la bolsa)

El juego no tiene profesiones, pero sí puntos de generación para gastar en mejora de habilidades y ventajas (y hasta se puede conseguir puntos extra con alguna desventaja) por lo que es difícil que hayan dos PJ iguales.

Hay magia, a nivel chamánico, en su mayoría explicable en términos de sugestión, superstición, y meditación gracias a las fuertes drogas que hay que tomar en los rituales.

Lo que no hay, es un sistema de combate ¡Hay dos! Uno basado en puntos de acción y otro, más sencillo, basado simplemente en acciones cortas y largas. El primero es más detallista, y algo más complicado. En el segundo, más sencillo, prima más la acción y la rapidez en la resolución de los combates.

Y hablando de combates... Cuidado que no es un juego “heroico” en el sentido estricto del término. Las armas (y lo que no son armas) hacen daño, y no hay pociones ni hechizos de curación. Como mucho, drogas para ignorar el dolor. Más que un juego de campeones legendarios, es un juego de supervivientes...

¿Qué podrían esperar si no, de un juego en el que simples mortales caminan entre los restos de un mundo de dioses? 

Lo único que falta por decir, tras leerse el libro de cabo a rabo, es rezar a estos (falsos) y debilitados dioses de Edén para que no sea un one-shot y salgan regularmente suplementos y aventuras en este nuevo mundo. Es un juego que merece tener una continuidad.